Escritos

De vez en cuando escribimos algunas ideas que enviamos a distintos medios de difusión. Acá vamos a publicarlos todos.

El siguiente artículo fue enviado por correo electrónico a Confidencial, El Nuevo Diario y La Primerísima el día 17 de agosto del 2011. Publicado por La Primerísima el 18 de agosto. Publicado por Confidencial el 26 de Agosto.

Elecciones 2011: Leyes y Política

Sergio René Torres Corrales

En el momento en que escribo esto, 15 de agosto del 2011, se cumplen 150 días desde que introduje ante el CSE mi solicitud de inscripción, a título personal, como candidato a la Presidencia de la República de Nicaragua, en las elecciones de noviembre 2011.

El CSE, en una omisión administrativa inconstitucional, no se dignó a responder mi solicitud.


El Tribunal de Apelaciones, excediéndose en sus atribuciones, rechazó mi recurso de amparo, luego de 28 días de haberlo recibido. El mismo tribunal tardó 47 días más en entregarme el testimonio que, por ley, debe emitir para poder recurrir por vía de hecho ante la Sala de lo Constitucional de la CSJ.


Hace 41 días que introduje el recurso ante la Sala de lo Constitucional de la CSJ y esta mañana me informaron que está “en fase de estudio” y que no pueden darme una fecha estimada para que se emita el fallo. ¿Fallarán oportunamente los magistrados sobre el problema de fondo o buscarán la forma de escurrir el bulto?


¿Cuál es la lógica que impulsa mi iniciativa? Veamos.


En primer lugar, la iniciativa es legal. La Constitución establece el derecho de todos los ciudadanos nicaragüenses a ser elegidos a cargos de elección pública. Igualmente norma que las únicas limitaciones son las establecidas en la misma constitución y ninguna de éstas prohíbe la candidatura a título personal. Todos los ciudadanos y ciudadanas nicaragüenses tenemos derechos a postularnos como candidatos a puestos de elección popular, a título personal. La Sala de lo Constitucional de la CSJ no puede fallar en contra de la Constitución.


En segundo lugar, y quizás más importante, las candidaturas a título personal son de extrema necesidad y urgencia. ¿Por qué digo esto? Permítanme…

En la práctica, la democracia nicaragüense es excluyente, elitista, clientelar, no popular. Los partidos políticos, de forma ilegal, han asumido el papel de actores exclusivos en el sistema político nicaragüense. Como consecuencia, la ciudadanía nicaragüense ve restringido el abanico de opciones de políticas de todo tipo a las ofertas de los 2 o 3 partidos o alianzas. De igual manera vemos restringido el campo de nuestra acción política al voto en elecciones cada cierto número de años, sin posibilidad real de incidir en la formulación de las estrategias de desarrollo de nuestra sociedad, ni exigir responsabilidad a los funcionarios públicos. Esta situación nos ha convertido en siervos de los organismos financieros internacionales (FMI, BID…) y víctimas de funcionarios delincuentes e inmunes.


Por otro lado, los partidos políticos son organizaciones de estructura de mando vertical, en la cual las bases no tienen mayor capacidad de decisión e iniciativa, si es que tienen alguna. Más allá de las buenas intenciones que puedan tener algunos dirigentes, el sistema político nicaragüense, en sus elementos activos (partidos políticos y órganos del Estado), es una estructura oligárquica, elitista.


La parte orgánica de la Constitución favorece este estado de cosas al otorgar a la Presidencia de la República o los diputados de la Asamblea Nacional la facultad de postular candidatos a magistrados del CSE, la CSJ y miembros de la Contraloría, entre otros órganos del Estado.


Los puestos de magistrados y contralores son utilizados como objetos de negociación entre los partidos políticos, de acuerdo al porcentaje de votos obtenidos en las elecciones. La cooptación partidaria de los titulares de estos cargos hace que los funcionarios no obedezcan a criterios de eficiencia ni responsabilidad hacia la ciudadanía, sino al criterio de fidelidad a los intereses de los pocos poderosos que los proponen y eligen.


El hecho de que ninguno de los partidos políticos tenga una clara mayoría en las “preferencias” de la ciudadanía determina que el sistema se convierta en una repartición más o menos amigable/conflictiva de prebendas.


Resulta evidente el efecto corruptor de este sistema. ¿Sería diferente si en las próximas elecciones alguno de los partidos lograra la presidencia y una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional? No parece ser así, la fruta (los partidos) ya está podrida. Además, las últimas encuestas de opinión muestran que el próximo período va a ser igual que lo anteriores: ninguno de los partidos tendrá mayoría absoluta y las negociaciones, pactos y reparticiones deberán producirse nuevamente, independientemente de quién gane la presidencia.

La opción de la guerra como solución, opción que algunos parecen querer impulsar en estos días, no es deseable ni práctica para las grandes mayorías. Ya hemos transitado ese camino y conocemos sus desastrosos resultados. ¡Los nicaragüenses debemos dar un rotundo NO a la guerra!


La única forma de romper este esquema oligárquico es cambiando la Constitución para que el poder efectivamente sea trasladado a los ciudadanos; para que la forma de elegir / nombrar a los funcionarios de los distintos órganos del Estado siga patrones que les hagan responsables ante la ciudadanía; para que la ciudadanía pueda, efectivamente,  proponer iniciativas y exigir responsabilidad a los funcionarios públicos, retirándolos de sus puestos en el momento mismo en que sus acciones sean ilegales. ¿Hay algo más revolucionario y democrático que reconocer el derecho a la gente de ejercer el poder de forma directa?


¿Pueden o quieren los partidos hacer estos cambios? Veamos nuestra historia de los últimos 25 años y la respuesta se nos hará evidente. Por todo lo anterior son necesarias las candidaturas populares a título personal.


Vale la pena señalar que mi candidatura no busca otra cosa que facilitar la convocatoria de una Asamblea Constituyente que, a su vez, nombraría un gobierno provisional, momento en el cual volveré a la vida privada. 

El Soberano es el Pueblo, no los partidos políticos.


Ellos sin nosotros, son nada.


Nosotros sin ellos, somos el futuro.


http://canponic.blogspot.com



El siguiente artículo fue enviado por correo electrónico a Confidencial, El Nuevo Diario y La Prensa el día 17 de mayo del 2011. Publicado END (20-Mayo-2011)


¿Por Qué y Para Qué Candidaturas Populares?

Por Sergio René Torres Corrales

Tal como era de esperar, el Tribunal de Apelaciones rechazó el recurso de amparo en contra de la omisión del CSE que niega el derecho de los ciudadanos  nicaragüenses no organizados en partidos políticos a ser elegidos. A pesar de la retardación de justicia evidente en este caso (28 días calendarios para notificar el rechazo, cuando la ley establece 3 días hábiles para decretar o denegar la suspensión del acto), las opciones legales están lejos de agotarse.


Ahora lo que procede es presentar un reclamo “por vía de hecho” ante la Sala Constitucional de la CSJ, para lo cual es necesario que el Tribunal de Apelaciones me entregue un testimonio de las partes del expediente. El viernes pasado (13 de mayo) solicité el mencionado testimonio, al día de hoy no lo he recibido.
Mientras se sigue el camino legal para restituir nuestros derechos de ciudadanos, hablemos de por qué y para qué son necesarias las candidaturas populares.


Los partidos políticos en Nicaragua son organizaciones verticales y clientelistas en las que un pequeño grupo toma las decisiones y la gran mayoría de afiliados son simplemente obreros que trabajan “por el partido” con la esperanza de que, al producirse elecciones, les den algún puesto en el gobierno o cualquier otro beneficio material.


No existe en estas organizaciones una forma establecida de subir en la pirámide. El destino de los afiliados está determinado por su adhesión a la clientela de alguno de  los que mandan. De nada sirven las capacidades, los conocimientos, las propuestas. Lo único que cuenta es el sometimiento a los poderosos dentro del partido. Los partidos son en Nicaragua, esencialmente, grupos oligárquicos.


En Nicaragua hay dos fuerzas partidarias principales: el FSLN y los liberales (al día de hoy divididos en varios partiditos y alianzas).


Desde hace varios años los jefes de estas fuerzas se pusieron de acuerdo en que el Estado ofrecía suficientes recursos para satisfacer las necesidades de los dos grupos. Es así que se repartieron los puestos en el CSE, la CSJ y el gobierno. Cada cinco años se renegocian las cuotas de cada grupo, dependiendo de la cantidad de votos que obtengan en las elecciones.


Este arreglo es posible porque no hay contradicciones ideológicas, morales o de finalidad entre los dirigentes de estos grupos, ambos buscan su provecho privado.


La empresa privada (COSEP) y los partidos políticos pequeños se han plegado a este esquema, adoptando la actitud “práctica” de aceptar el mal menor, que por lo menos les garantiza un cierto nivel de participación en el reparto del botín.


Para facilitar la estabilidad de su sistema, ambos grupos han promovido el clientelismo, el individualismo, el egoísmo,  el conformismo y la apatía entre los ciudadanos.
Igualmente han generado una ola de corrupción que cae en cascada desde las alturas del poder y amenaza con permear toda la sociedad nicaragüense. 


Nota al margen, y espero que la lea alguno de los funcionarios de la embajada de Venezuela, es inexplicable que el Gobierno de la Revolución Bolivariana entregue ingentes recursos financieros para soportar un estado de corrupción idéntico al de la IV República venezolana, cuyo rechazo por el pueblo hizo posible la misma revolución en Venezuela.


Desde hace más de 19 años se hace necesaria la aprobación del partido que domina un área particular del Estado para obtener un trabajo, una licencia, un contrato…


Todos los partidos políticos que participan en las elecciones de este año ofrecen lo mismo: todos los derechos y ventajas para los jefes partidarios y los dueños de las empresas (nacionales o extranjeros) y todo el trabajo y el sufrimiento para el resto de la población.


Todos los gobiernos en los últimos veinte años han usado los recursos del estado para el beneficio del partido de turno y como herramienta para ampliar su clientela. Por supuesto, cuando están en “la oposición” acusan al gobierno de hacerlo, pero cuando llegan al gobierno hacen lo mismo. Si acaso hay alguna diferencia, el gobierno actual dedica más recursos al objetivo clientelar que los tres anteriores.


Mientras el poder siga en manos de los partidos políticos es imposible resolver este problema. Por eso son necesarias las candidaturas populares.


Los candidatos populares (sin partido y responsables directamente ante la población que los nomine y elija) son la única posibilidad de recuperar la soberanía para la gente. Los candidatos populares son la única posibilidad para que se construya y defina un plan de nación que incluya los intereses de todos los nicaragüenses y asegure el respeto a los derechos de la Madre Tierra. Son la única posibilidad de escapar de la cadena de poder y clientelismo con la que los poderosos oligarcas nos tienen sometidos.


Más temprano que tarde se producirá ese cambio, más temprano que tarde el poder descansará en las manos de todos los nicaragüenses. No importa lo que las oligarquías hagan para impedirlo, los nicaragüenses  construiremos ese cambio.


Ellos, sin nosotros, son nada.


Nosotros, sin ellos, somos el futuro.


http://canponic.blogspot.com

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